Trabajar en el extranjero está de moda. Parece fácil. Yo mismo te he invitado a que encuentres trabajo de arquitecto y te doy 12 motivos para ello. No obstante, más allá de las dificultades con el idioma de las que todo el mundo habla, nadie te dice claramente a qué te enfrentas de verdad.En este artículo te expongo algunas de las dificultades que se te plantearán si piensas vivir y trabajar fuera de tu tierra. Pienso que lamentablemente no se contemplan porque son cuestiones emocionales y estas, al parecer, no reportan beneficios económicos, con lo cual no son importantes. Pero, tras vivir casi 4 años en el extranjero y 15 lejos de mi ciudad natal te puedo decir que importan y afectan.
Eres un ser emocional.
No eres sólo una mente.
Tienes un cuerpo y un corazón que tienes que cuidar.
Cuando te vas de España no dejas atrás sólo el clima
Estando una vez de visita en Jaén mientras aún vivía en Suiza me encontré con un amigo y me comentó que tenía muchas ganas de irse de España porque estaba harto y “de todas formas, lo único que tenemos aquí es sol y buen clima”.
Esto me chocó profundamente.
En aquel momento llevaba 3 años en el extranjero y esta afirmación me pareció una simplificación excesiva de lo que en realidad yo sentía. En ese momento me di cuenta de todo lo que había pasado y que alguien que había estado viviendo siempre en el mismo lugar era incapaz de reconocer.
Es por eso que he querido exprimirme el cerebro y juntar en un solo artículo algunas de las dificultades a las que posiblemente te tendrás que enfrentar si te planteas irte al extranjero. No le ocurren a todo el mundo y además cada uno las lleva a su manera. Yo te cuento mi experiencia, que espero que encuentres útil.
Prepárate para vivir todo con mayor intensidad
Si tuviera que definir la experiencia de vivir en el extranjero con una única característica sería la intensidad. Esto ocurre tanto para las emociones positivas como para las negativas.
En 2010 decidí voluntariamente y totalmente convencido que quería buscar trabajo en Holanda. Estaba entusiasmado. Los primeros 6 a 9 meses fueron de una intensidad brutal. Todo lo vivía con profunda emoción e ilusión.
¿Acaso no es eso suficiente para intentarlo? ¡Vivir con ilusión y con intensidad! Aunque sólo sean unos meses.
Se suele decir: es mejor amar y haber perdido que nunca haber amado. Yo opino lo mismo: es mejor vivir con intensidad y haber perdido que nunca haber vivido.
Porque cuando veo a mi alrededor esas caras de “oh, hoy tengo que ir a trabajar…” o de “¿y ahora tengo que ponerme a estudiar…” a mí se me cae el alma a los pies.
De la misma manera que viví con total intensidad los primeros meses viví también las dudas, la incertidumbre y el resto de cosas de las que te hablaré a continuación.
Así que, si estás dispuesto a experimentar emociones fuertes y a no dejar que tu vida pase de largo, quizá deberías plantearte pasar a la acción y dar el salto
Empiezas desde cero
Cuando te vas a vivir a otra ciudad, no conoces a nadie y no hay nadie que pueda dar una referencia de ti.
Esto tiene el lado emocionante y aventurero de empezar una nueva vida, darle tu forma personal, encontrar tus propios amigos, crear tus costumbres. Lo extremadamente positivo de esto es que dejas a un lado gran parte del lastre cultural que has arrastrado toda la vida. Date cuenta de que muchos de tus hábitos son heredados o influenciados por tu familia, amigos, compañeros de clase… En cambio, cuando te vas lejos, toda esa carga desaparece y empieza a florecer tu yo interior, empiezas a descubrir que algunas cosas de las que hacías carecen de sentido y ya no las quieres más. Pero también te darás cuenta de que hay otras fantásticas a las que no habías prestado atención y que forman parte intrínsecamente de ti y de tu forma de ser.
Un descubrimiento para mí fue darme cuenta de que ponía mucha pasión en lo que hacía. Fui consciente después de llevar bastante tiempo fuera de mi tierra. Hasta ese momento pensaba que todo el mundo actuaba igual. Esto me concedió fuerza y seguridad.
Empezar desde cero es aligerar carga del pasado para reorientar tu futuro.
Por otro lado, empezar desde cero puede no ser fácil, especialmente si no estás muy motivado, si no eres de los que les gusta probar cosas nuevas o si prefieres que te den todo hecho. Si vas a una ciudad en la que no conoces a nadie TÚ vas a tener que encontrar el trabajo, TÚ vas a tener que conocer gente, TÚ vas a tener que hacer todas las gestiones administrativas, TÚ vas a tener que elegir en qué barrio vivir y en qué vivienda, TÚ vas a tener que decidir con quién quieres vivir, TÚ vas a tener que elegir dónde comprar la carne, TÚ vas a tener que crear contactos y mantenerlos…
Lo fácil es quedarse en casa, haciendo lo de siempre, con los amigos de siempre, en el trabajo de siempre, yendo al bar de siempre. Lo difícil es lanzarse.
Por eso, más allá de la faceta soñadora y entrañable que tiene empezar de cero, vas a necesitar esfuerzo y energía. Ambas son gratuitas y suelen venir cuando estás cargado de ilusión.
¿Lo estás?
No poder expresarte en un idioma extranjero es frustrante
El idioma es algo que te pertenece, lo llevas casi innato, desde mucho antes de tener uso de razón. Y eso está profundamente arraigado en tu personalidad hasta el punto de que llega a condicionar tu comportamiento. Te lo digo por experiencia.
Aparte de las dificultades profesionales y comunicativas que conlleva el no manejar un idioma con la fluidez de un nativo pienso que las limitaciones a la hora de expresarte conllevan una importante carga emocional, especialmente en el largo plazo.
La primera vez te da rabia y sientes impotencia por no poder expresar lo que quieres. La segunda vez los sentimientos pierden intensidad. Poco a poco esa sensación de rabia por no poder expresarte se va haciendo más y más pequeña hasta que se convierte en una ligera molestia que no llegas a percibir. El siguiente paso es no decir lo que quieres, porque de todas formas no te van a entender o te va a costar demasiado trabajo expresarlo y, además, ya se habrá pasado el momento de decirlo.
Esto va condicionando tu personalidad y te resta espontaneidad.
Lo peor de esto es que es un proceso inconsciente y no te das cuenta de él hasta que ya ha ocurrido.
A pesar de hablar inglés y alemán de manera bastante fluida, yo he experimentado frustración en numerosas ocasiones por no ser capaz de transmitir con palabras lo que sentía o lo que quería. Esto es especialmente acusado en las conversaciones de la vida diaria. En España y especialmente en Andalucía solemos bromear con frecuencia y realmente debes ser capaz de manejar muy bien un idioma como para poder hacer chistes durante una conversación cotidiana. El tiempo transcurrido mientras que las conexiones neuronales traducen y entienden la situación, generan la broma e intentan por último elaborar una frase en un idioma extranjero y pronunciarla es demasiado largo y cuando lo vas a decir, ya no tiene sentido ni gracia.
Lo digo en tono de cachondeo, pero esto llega realmente a hacer mella, porque puede llegar a cambiar aspectos de tu personalidad. Además, no sólo ocurre con las bromas, sino también en conversaciones de más de 2 personas, en ambientes ruidosos…
¿Mi consejo?
Mi primer consejo es que te prepares bien el idioma antes de lanzarte. No es una tontería. Será tu herramienta de comunicación cuando llegues a tu destino. Además, te recomiendo que aprendas el idioma local, no basta con el inglés. Si vas a vivir en Alemania, estudia alemán, si vas a vivir en Noruega, aprende noruego, si vas a vivir en Japón, aprende japonés. En esos casos, el inglés te sacará del apuro pero no te permitirá convivir como un ciudadano más.
Si quieres tener posibilidades de progresar, sentirte cómodo y establecer relaciones fuertes con la gente, será muy probable que tengas que hablar su idioma. Es lógico.
¿O acaso no te gusta a ti que cuando viene un extranjero a vivir a España aprenda el español?
En cualquier caso, a pesar de manejar el idioma de manera fluida, debes estar preparado para no ser capaz de participar en conversaciones fluidas, para no poder seguir una conversación porque simplemente desconectas, para no poder expresar lo que sientes con la naturalidad que lo haces en tu idioma… Si siempre has vivido en tu ciudad, todo esto puede no ser fácil. Debes estar prevenido.
El segundo consejo que te puedo dar es que mantengas contactos con gente que habla tu mismo idioma como lengua materna. Mantén el contacto con amigos y familia por Skype o por teléfono, busca amigos en tu ciudad que hablen tu idioma. No se trata de no integrarte, se trata de que mantengas tu salud mental y emocional. En los momentos que estés con ellos podrás expresarte libremente. Esto ayuda.
¿Cómo te vas a enfrentar a la soledad?
De la misma manera que empezar de cero puede ser un reto apasionante o una carga insoportable y que tener que aprender un idioma nuevo puede ser una experiencia enriquecedora o una tarea imposible, dependiendo del ángulo desde el que se mire, la soledad puede darte la máxima libertad o puede deprimirte.
Yo no soy ningún experto en psicología pero sí soy capaz de entender que existe una enorme diferencia entre la soledad deseada y la no deseada.
Esta fue una emoción a la que tardé en poner nombre. En ocasiones la confundía con aburrimiento, en otras con incomprensión, en otras con apatía o con tristeza. Pero en realidad, viviendo en el extranjero durante largo tiempo he llegado a sentir en algunas ocasiones una profunda soledad.
Lo peor que puede ocurrir con las emociones es no llegar a ponerles nombre, porque entonces no sabes qué ocurre ni contra qué estás luchando. Son simplemente una amalgama de sensaciones que van del estómago a la garganta, que te remueven el cuerpo y no te dejan tranquilo.
Con toda la ilusión con la que decidí abrirme camino en el extranjero, no pensé en que este sentimiento podría tener ninguna importancia, pienso que esto se debe a que nunca la había experimentado. Había vivido hasta entonces rodeado por mi familia, amigos y otros compañeros. Además, cuando sales a la calle en tu barrio las caras te resultan conocidas y puedes charlar con los vecinos. Esto es algo que lleva MUCHO TIEMPO, no se hace de la noche a la mañana y, mientras tanto, va haciendo mella en tu energía interna.
Mi consejo
Mucha gente te dirá que lo mejor es mantenerte entretenido y que te debes rodearte de mucha gente. En realidad eso poner un parche y no enfrentarte a la situación. Pienso que hay que aprender a vivir con la soledad y, para ello, es necesario aprender a disfrutar de ti mismo.
Por mi experiencia, lo que te puedo aconsejar es: disfruta de ti, haz deporte, medita, escribe lo que sientes, compártelo con personas cercanas y afines a ti y mantente en contacto con las personas que más quieres.
Echarás de menos
En las dos ocasiones que he ido a vivir al extranjero me ha ocurrido lo mismo: la primera vez he permanecido un periodo largo de tiempo hasta que volví de visita a España a ver a la familia y amigos. A partir de esa vez, el intervalo de tiempo en el que necesitaba volver era cada vez menor.
Esto tiene que ver con la ilusión del comienzo, de la novedad. Una vez que se pasa este estado, es muy probable que empieces a echar de menos cosas de la vida diaria: las horas de comer, las comidas, los programas de televisión, los comentarios de los vecinos, el color del cielo, el carácter de la gente… En el artículo anterior de la semana laboral de 3 días te hablé de la película Martín Hache, la cual me encantó y te sigo recomendando. En ella se habla también de este sentimiento de nostalgia. Dice el personaje principal que a los pocos meses de vivir en Madrid echaba de menos la gente silbando por la calle en Buenos Aires y que a punto estuvo esto de ser el motivo por el que volviera. Para quien no lo haya experimentado puede parecer trivial pero el sentimiento es tan profundo que duele en el corazón. Parecida a esta aparente insignificancia fue para mí echar de menos el Mercadona mientras vivía en Holanda. No es tanto echar de menos el supermercado en sí. Es todo lo que le rodea, la comida que he compartido con mis hermanos y mis padres, los botellones con mis amigos… Todo esto está profundamente arraigado y forma parte de mí como persona.
Prefiero decírtelo, aunque pienses que no es lo más bonito del mundo.
Sin embargo, con el paso del tiempo he ido dándome cuenta de la importancia de echar de menos. Cuando echas de menos valoras más lo que tienes. Tener a mi familia cerca, poder llamar desde el teléfono fijo de mi casa a mi madre o ver amanecer casi cada día soleado han dejado de ser trivialidades y se han convertido para mí en pequeñas alegrías diarias que disfruto y valoro.
Echar de menos es duro, pero necesario.
Incomprensión y desarraigo
Cuando te vas a vivir fuera de tu país te das cuenta de la importancia que tiene el sentirte comprendido y saber que formas parte de un colectivo.
Más allá de las dificultades lingüísticas es importante sentir que otras personas te entienden y comparten tus valores. Nuevamente no estamos ante cuestiones del ámbito de la mente, sino del corazón. El aprendizaje que has tenido durante los primeros años de tu vida queda marcado en ti de forma permanente y esto es difícil de cambiar. Supongo que la única solución para esto es el paso del tiempo, echar nuevas raíces y sentirte como en casa, aunque estés a miles de kilómetros de tu ciudad natal.
Tus amigos y familiares, los más cercanos, aquellos más afines a ti, te comprenden y te quieren de manera incondicional. Esto es algo muy importante. Te entienden con solo una mirada. Igual que tú les entiendes a ellos. Seguro que has experimentado esa sensación de reencontrarte con un buen amigo después de varios años sin hablar con él y necesitar sólo 5 minutos para poneros al día. A partir de ahí, es como si nada hubiera ocurrido. Es difícil tener y generar este tipo de relaciones. Pero es muy importante mantenerlas vivas.
Pienso que este ha sido siempre para mí el motivo de volver a España. El sentir que eres parte de lo que te rodea, sentirte uno más, integrado.
Es cierto que vivir en el extranjero es un aliciente para generar relaciones intensas, pero normalmente con otros inmigrantes. ¿Por qué? Porque para ambos la situación es singular e intensa y ninguno tiene mucho que perder. En cambio, establecer una relación intensa con una persona asentada en tu ciudad de destino es más complicado. Supongo que a nivel consciente o inconsciente piensan que, lo mismo que has venido hasta aquí para vivir, te puedes ir en pocos meses. Esto puede ser motivo suficiente para evitar ponerse en riesgo emocionalmente y resulta más sencillo evitar la relación.
Además, a mí me ha ocurrido, cuando estableces un vínculo estrecho con otro inmigrante y termina por irse, una parte de ti sufre. Sientes que no echas raíces porque estás intentando agarrarte a algo efímero.
En realidad, ¿tiene sentido todo esto?
Muchas, muchísimas veces me he hecho esta pregunta. Las personas más cercanas a mí lo saben y lo sufren Cuando me ocurre ahora, me digo: ¿me haría la misma pregunta si estuviera en otro sitio? La respuesta es normalmente que sí, así que dejo de darle importancia y sigo con mi vida, aunque no siempre resulta sencillo
En general, confía en tu instinto, en tu subconsciente. Esa voz que es más fuerte que tu mente y te dice que sigas adelante con lo que estás haciendo o que cambies de rumbo. Él es quien mejor sabe lo que te conviene.
Cuando vuelves, has cambiado y tu entorno también
Quizá cuando vuelves todos se han ido o todo ha cambiado tanto que tú ya no encajas más. Está claro que no habéis evolucionado juntos. Y ahora es posible que no encajes ni allí ni aquí.
Yo ahora estoy volviendo a buscar mi hueco. Me voy sintiendo a gusto. Con el tiempo te diré si he encajado o no.
Esto son experiencias que se suman, consecuencias de decisiones que tomaste anteriormente. Siempre digo que cada uno tiene lo que se merece, tanto para bien como para mal. Es decir, al fin y al cabo, cada uno es fruto de sus actos y decisiones.
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Espero que te haya gustado el artículo. Quizá no descubre nada nuevo, pero quería aportar mi experiencia como arquitecto y emigrante retornado y espero que te pueda servir de orientación en caso de que tú estés planteándote trabajar en el extranjero. O tal vez conoces a alguien en esa circunstancia y podrías compartir el artículo por las redes sociales con él: Facebook , Twitter o +1 en Google +.
Espero seguir viéndote por 10endibujo.
Hasta el próximo artículo, un saludo.
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La foto es de un fin de semana navegando en barco de vela con unos amigos holandeses, en el que atravesamos el Ijseelmeer y llegamos hasta el Mar del Norte. Para ello tuvimos que atravesar algún dique :;)